NECESIDAD DEL CULTO A MARÍA
14 Confieso con toda la Iglesia que, siendo María una simple creatura salida de las manos del Altísimo, compa- rada a la infinita Majestad de Dios, es menos que un átomo, o mejor, es nada, porque sólo El es El que es (Ex 3,14). Por consiguiente, este gran Señor, siempre independiente y suficiente a sí mismo, no tiene ni ha tenido absoluta necesi- dad de la Santísima Virgen para realizar su voluntad y manifestar su gloria. Le basta querer para hacerlo todo.
15 Afirmo, sin embargo, que -dadas las cosas como son-, habiendo querido Dios comenzar y culminar sus mayores obras por medio de la Santísima Virgen desde que la formó, es de creer que no cambiará jamás de proceder; es Dios, y no cambia ni en sus sentimientos ni en su manera de obrar (Ml 3,6; Rom 11,29; Heb 1,12).